El caso del Crimen de Chacabuco 59 se transformó en un juego de estrategia. Cada uno de los mencionados en el expediente espera su turno para hacer su movida. No les dan respiro a los investigadores que buscan esclarecer el crimen de una mujer que sería Laura Gabriela Picciuto (48). Hay versiones cruzadas sobre lo que ocurrió en esa vivienda ubicada en pleno centro. “Todos mienten un poco para salvar su situación procesal”, había advertido días atrás un investigador.
El martes, tal como lo había anticipado LA GACETA, la causa que está siendo investigada por los hombres de Homicidios, al mando de Adrián Moreno, Diego Bernachi y Jorge Dib, dirigidos por Carlos Sale, tuvo un paso trascendental. Alfredo S. y Natalia L., asistidos por el abogado José María Molina y Juan Pablo Bello, presentaron un escrito donde contaron todo lo que sucedió en esa vivienda desde febrero hasta que encontraron el cuerpo. Aportaron muchos datos, pero dejaron en claro que es un caso complejo por donde se lo mire.
Un caso que tiene diferentes aristas. Un caso salpicado por un robo, por violencia de género, por cuestiones económicas, por la indigencia y por el consumo problemático de drogas. Demasiadas líneas para un asunto que está transformándose en el más misterioso de los últimos tiempos.
Son tan importantes los datos que aportaron que es conveniente hacer una división temporal para entender la extensa declaración que hicieron por escrito y que ya está siendo analizada por el fiscal Sale. En otras palabras, reconstruir lo que ocurrió desde fines de febrero hasta el 12 de mayo en la vivienda de Chacabuco 59, donde fue hallado el cuerpo de una mujer que, según los informes de la autopsia, fue ultimada de un fuerte golpe en la cabeza.
Febrero
Alfredo S. y Natalia L. contactaron a través de Facebook a una tal “Carmen” que ofrecía el alquiler de una habitación por $25.000 mensuales. Arribaron a un acuerdo verbal y terminaron instalándose en la casa de Chacabuco 59 el 23 de febrero. ¿Por qué Picciuto utilizaba un nombre falso? Los investigadores sostienen que es común que las personas que hacen negocios a través de las redes sociales utilicen identidades falsas por cuestiones de seguridad.
Los testigos, según confirmaron fuentes judiciales, mencionaron a otras personas desconocidas hasta el momento. Señalaron que en la pieza que les asignaron residía Daniela, una joven con discapacidad que al día siguiente fue ubicada en otra habitación. En el tercer cuarto de la planta alta, informaron que vivía un joven al que conocían como Gabriel Q., pero no aportaron más datos. También confirmaron que a los pocos días de haberse mudado descubrieron que Carmen era Picciuto, a la que llamaban “Gaby” y que vivía en pareja con Facundo S., un joven de 25 años, 23 menos que ella.
Marzo
Según el testimonio que presentaron por escrito los inquilinos, la vida en el interior de la vivienda transcurría con normalidad. “Gaby” había contratado Alfredo S. para que realizara un trabajo y hasta le regaló un celular para que estuvieran comunicados. Pero ese plan se frustró porque Picciuto les avisó que le habían robado el teléfono días antes. Los problemas comenzaron a sucederse el 7 de marzo.
Esa noche, el joven artista descubrió que la peluquería que funcionaba en uno de los locales de la planta baja tenía la puerta forzada. Natalia L. le envió un mensaje al celular a Facundo S. A los minutos, se presentó Lorena con la Policía y, luego de una serie de problemas, se retiró del lugar con todas sus pertenencias.
El 8 de marzo, entre las 20 y 22, los inquilinos dijeron haber escuchado una fuerte discusión entre Facundo y Gabriela, que tuvo un abrupto final que se transformó en silencio. Antes, ella le había dado plazo hasta el 10 de ese mes para que se marchara de la casa. Dijeron también que al día siguiente había una pareja desconocida en el interior de la provincia.
El 10 de marzo, Facundo se comunicó con Alfredo para avisarle que “Gaby” viajaría a Jujuy y que volvería a los dos días, algo que finalmente nunca sucedió. También contaron que el 11 de marzo el comerciante del otro local les dijo que vio a la pareja de Picciuto retirándose del lugar con un celular. Nunca más volvieron a verlo, según aclararon. A partir del 13 intentaron en vano comunicarse con el joven por el caniche toy que tenía la propietaria. Al parecer, alguien le había dejado un bolso con alimentos y los inquilinos pasaban un recipiente con agua por debajo de la puerta.
Abril
Al parecer, los únicos que quedaron residiendo de manera estable en la casa fueron Alfredo y Natalia. Siguieron ahí porque no había quién les cobre el alquiler, ya que su situación era desesperante. En abril le cortaron la luz por falta de pago y el joven tiró un cable del medidor del local donde funcionaba la peluquería hasta su habitación para tener energía.
A mediados de ese mes, según explicaron los testigos, llegó a la vivienda una abogada (en realidad es procuradora) que se identificó como Luciana M. Les pidió permiso para examinar la planta alta de la casa, ya que tenía intenciones de alquilarla. Como le impidieron el acceso, la mujer amenazó con llamar a la Policía y al otro dueño de la casa, Luis Fumero, el ex marido de Picciuto. Después de una breve discusión, la mujer les ofreció irse a vivir a otro lugar y una suma de dinero para que abandonaran la vivienda. De ahí en más no pasó nada relevante.
Mayo
El 2 de mayo, Alfredo, que estaba acompañado por Sofía Alejandra Di Gianni, la única detenida por el caso y con la que habría estado relacionado sentimentalmente en forma paralela al vínculo con Natalia, se asustó cuando escuchó que alguien pretendía ingresar a la casa. Descubrió que allí estaban la profesional, Fumero, Isaías M., que se presentó como el abogado del ex de Picciuto y otros tres hombres.
El inquilino denunció el caso al servicio 911 y cuando los policías llegaron, la abogada y el dueño de casa salieron para conversar con ellos durante algunos minutos.
El abogado, según el testimonio que presentaron en la fiscalía, les explicó que “Gaby” se había internado en Monteros por sus problemas de adicción y que estaban tomando posesión de la casa.
Isaías M., en declaraciones publicadas por LA GACETA en su edición de ayer, señaló que en realidad ellos habían explicado que la madre la había llevado a someterse a ese tratamiento y que, según tenía entendido, era normal que eso sucediera.
Los inquilinos también dijeron que ese grupo de personas los invitó a presenciar el estado en el que estaba la casa donde vivía Picciuto. En ese momento descubrieron a los tres hombres que habían visto antes revolviendo todos los roperos. Dijeron también que la profesional que se había presentado en la vivienda autorizó a Di Gianni a llevarse lo que quisiera porque ellos “tirarían todo”. Durante la siesta y la tarde de ese día, los desconocidos sacaron todo. Entre los elementos que retiraron aparecen libros y documentos que guardaba Picciutto.
Una semana después, en la vivienda se presentó Walter M., un hombre que les explicó había adquirido la vivienda donde vivía “Gaby” y uno de los dos locales comerciales y, la abogada, otra parte de la casa. Primero les ofreció pagarles un alquiler para que abandonaran la vivienda y luego directamente los expulsó. Los testigos dijeron que se marcharon del lugar el 10 de mayo, dos días antes de que encontraran el cuerpo.
Denuncia: los misteriosos mensaje que recibió uno de los sospechosos
Al poco tiempo de haber presentado su declaración por escrito en la fiscalía que conduce Carlos Sale, Alfredo S. recibió un mensaje por WhatsApp en el celular que Laura Gabriela Picciuto le dejó antes de desaparecer. “Hola”, “¿Cómo estás”, fueron las palabras que recibió por parte de una persona desconocida que no estaba agendada en los contactos. “Nos resultó muy llamativo que haya sucedido esto. Durante meses que ese aparato no tuvo actividad y justo ahora sí”, explicaron los abogados José María Molina y Juan Pablo Muñoz., los profesionales que representan legalmente al joven muralista y a su novia Natalia L. “Hemos presentado en la fiscalía una captura de pantalla con los mensajes que recibió para que sean investigados. Ese es uno de los datos que proporcionamos a la fiscalía para probar nuestros dichos”, comentaron los profesionales en una entrevista con LA GACETA.